Intro:
Una mañana oscura, se oyen gritos.
Parece que todo va mal.
Ya nada tiene sentido, en esta oscuridad.
Un crujido me despierta y me aterroriza.
Me acerco a la ventana, veo cuerpos moviéndose.
¿Quien será esta aberración?
Es lo que pienso, suspiro y me alejo.
No tengo ni idea de donde coño estás.
Me cambio de ropa, total ya no estás.
¿Y si no te encuentro que pasará?
No tengo respuesta, será mejor bajar.
Así empieza un viaje, que no se si terminaré.
História:
Abro la puerta y observo, la situación es desalentadora. Muertos en las calles, gente corriendo, niños llorando... mientras
pienso: ¿En que me he convertido?. Un escalofrío pasa fugaz por mi espalda como si fuera una gota de cruel realidad. Decido
salir por la puerta y enfrentarme a un día más. ¿Que encontraré hoy?, ¿A quién veré morir hoy?. Eso ya da igual, tanto la
gente "buena" como la "mala" han sido presa del virus.
Un arma genética o tal vez obra de dios... quién sabe lo que será, pero me da igual. No es tiempo de divagar sobre el porqué
de esta situación, solo hay que afrontarla, con mayor o menor valentía, la cuestión es sobrevivir. Una lágrima pasa por mi
rostro antes de partir, ha pasado tanto tiempo.... Camino por la calle cruzándome con desalmados que quieren algo de mi, por
supuesto no se lo voy a entregar ya que tengo que cumplir mi cometido.
De lejos veo a un amigo, yace en suelo y parece moribundo, al verme sonríe y me dice:
-"Amigo... cuánto tiempo si verte. Espero que todo vaya bien"-
De forma irónica le contesto que mejor que antes. Su voz se debilita y no tardo en pensar cual de las dos opciones pasarán a
continuación.
Opción A: Muere y descansa en paz.
Opción B: Muere y se une a los demás.
Claro ninguna de las siguientes opciones es alentadora. Mientras pienso en todo eso me suplica que coja su teléfono y me
marche lo más rápido posible. Su intención es clara, quiere salvarme (aúnque no hay salvación para un hombre vacío).
-"Vamos márchate, antes de irme quiero que estés lejos, lejos de mí, lejos de cualquier rastro de lo que era antaño"-
Cojo su teléfono y me marcho, mientras observo como dos infectados descuartizan a un niño (tendría sobre unos 9 años) y
aparentemente sus padres yacían a su lado, fríos y sin vida. Cualquiera diría que tengo suerte de seguir vivo, pero
realmente no hay vida para alguien que ha perdido lo que más quería. Sin embargo, sigo un camino que no se donde me
conducirá.
Miro hacia arriba, y veo un rótulo donde señala hacia la izquierda, sin dudar sigo esa dirección. Tras unos minutos llego a
una plaza con unos bancos, unos árboles que aún siguen en pié y césped fresco. Sin duda aún no había llegado el efecto
mortífero del virus hasta aquí. Fijo la vista y en uno de los bancos veo una pareja (no tendrían más de 17 años) la chica
estaba llorando desconsoladamente y el trataba de calmarla.
-"¿Que está pasando Lucas?"- Preguntó la chica.
-"No lo se mi vida, pero no te preocupes porque saldremos de aquí, lo juro"- En su mirada había una convicción aplastaste,
digna de cualquier héroe peliculero.
Lucas me mira y me llama hacia ellos con una mirada suplicante. Mientras me acerco un infectado sale de la nada y coje al
chico, golpeándole la cabeza y escupiéndo sobre la chica. Los dos gritan desesperados mientras Lucas intenta liberarse de la
presa que le ha hecho el infectado. La chica golpea al infectado y este a su vez hace lo propio rompiéndole el brazo con un
potente puñetazo mientras muerde a Lucas en el cuello arrancándole una parte importante de los músculos que antes poseía.
El resultado, sangre por doquier sollozos y sufrimiento. La chica se estremece en el suelo, Lucas se mueve con espasmos y el
infectado me mira fijamente (parece que me sonríe) cuando reconozco su expresión. Es Pedro, el chico que me había entregado
su teléfono. AL final resultó ser la opción B. Antes de que me dé cuenta tres infectados más salen de la nada y nos rodean.
La chica me mira suplicante mientras pienso fugazmente lo que debo hacer, antes de que me de cuenta los nuevos invitados
corren en dirección de la chica.
Sin tiempo para pensar placo a dos, y cojo al tercero golpeándolo en la nuca mientras lo tiro al suelo. Pedro intenta
terminar el trabajo que ha dejado a medias. Golpeo la cara de Pedro con el pié y lo empujo hacia el banco. Ganándo un tiempo
precioso para que la chica se levante y coja una barra de madera del banco destrozado. Los tres infectados nos miran con
cara de pocos amigos mientras Pedro se levanta.
-¡Chiquilla corre y no mires atrás!- Le grito mientras ella corre lejos de la plaza.
Acorralado y solo con cuatro infectados siento que está cerca el fin de mi sufrimiento, pero parece que no será hoy cuando
eso ocurra ya que ninguno de los infectados se acerca. Rugen pero no se mueven. Camino hacia ellos buscando el final,
decidido a terminar con esto. Y el resultado no fue el esperado, ya que ninguno opuso resisténcia mientras les golpeaba. Algo
muy extraño pasa con ellos, parece que no se centran en mí. Como si fuera uno más o simplemente fuera uno de los tantos
cadáveres.
Un grito me devuelve a la realidad, y dejo de golpear a los infectados para caminar en esa dirección. Llegando al lugar de
donde provenía el grito la chica de antes corre en mi dirección y me abraza con el brazo que aún tenía bien. Llorando
desconsoladamente, esconde su cabeza en mi pecho esperando que la abrace, esperando que termine todo. Sabiendo de sobra que
no se terminaría le concedí el abrazo.
-"Gracias"- Me dijo entre sollozos. Mientras se escuchaban rugidos y sonidos escalofriantes los 4 infectados aparecieron y se
les unieron bastantes más.
-"No quiero morir..., ayúdame..., tengo miedo..."- Decía la chica.
-No tengas miedo, no hay que temer lo inevitable. Solo aceptarlo y afrontarlo con valor, ya que no podrás hacer nada al
respecto. ¿Prefieres morir llorando, o prefieres morir luchándo?- Susurré, mientras le miraba a los ojos.
La chica me miró y un brillo apareció en sus ojos, una mirada valiente apareció en ellos. De cierto modo me recordó a la de
Lucas y a la de alguien que quise con locura. Se separó de mi pecho y se dió la vuelta lentamente. Mirando a los infectados
mientras temblaba. Al ver la angustia de la chica un sentimiento fugaz de nostalgia pasó por mi interior y fue entonces
cuando ocurrió. Los infectados corrieron hacia nosotros y sin pensar tiré a la chica al suelo, ya que me miraban a mí en vez
de a ella. Como si de repente hubiera aparecido de la nada. Se lanzaron contra mí mientras sentía los mordiscos y arañazos en
mi piel.
-¡¡¡CORRE Y NO MIRES ATRÁS!!!- Grité de forma inhumana.
Los infectados siguieron devorándome mientras los recuerdos pasaban por mi mente...
Hace 20 años, que perdí lo que más quería en este mundo. Era una chica de 19 años, llamada Sara y era de la misma ciudad que
la mía. Nos encontramos un día en el metro de camino al instituto. Por aquél entonces yo tenía 16 años y era un chico
extraño, pero muy alegre, vergonzoso a la vez que gracioso. Estaba sentada enfrente, cuando un chico se sentó a su lado y la
empezó a molestar. Nadie en el vagón le dijo nada al chico mientras Sara se sentía cada vez más incómoda. Cuando trató de
levantarse el chico la agarró del brazo, en ese momento fue cuando sucedió. Me levante y le dí una patada en la cara. El
chico se quedó llorando en el suelo y maldiciéndome mientras Sara me abrazó.
Fuimos quedando poco a poco hasta que unos meses después empezamos a salir, ella tenía 15 años. Tres años después nos
casamos, todo fue precioso. Y al año dió a luz a nuestra hija. Le llamamos María, ese fue el momento más feliz de mi vida.
Pero solo unos meses después una enfermedad segó la vida de Sara, rompiéndome el corazón. Dejándome en un estado deplorable,
tubiendo que dejar a María en casa de los padres de Sara ya que los míos murieron.
La mirada de aquel instante fue la misma que vi en la chica, esos ojos.... Era nuestra hija... María...
Y esa fue la razón por la cual me vieron, antes estaba vacío. Pero en ese momento volví a sentir el cariño hacia alguien,
recordé un momento maravilloso. El momento donde conocí a Sara, y ahora...
En mis últimos suspiros, vi a María que se acercó con un grupo de gente armada.
-"Está ahí"- Dijo ella.
- María...
-"¿Como sabes mi nombre?"- Dijo sorprendida mientras se arrodillaba a mi lado.
-Porque soy tu padre... por eso... lo sé- Dije mientras mi respiración fue a menos.
-"No puede ser..., ahora después de 17 años..., te he encontrado. Pero no quiero que mueras, tu no.... Perdí a mama, a los
abuelos, a Lucas y ahora..."- Dijo entre sollozos.
-He de ser franco..., después de la muerte de tu madre... te dejé con tus abuelos, ya que no podía cuidarte. No pude cuidar
de mí mismo. Fui muriendo poco a poco. Hasta que empezó la infección. Solo quería encontrarte. Y veo que lo he conseguido, al
menos de forma indirecta."- Dije con la voz rota por el dolor.
-"Pero papá..."- María seguia hablando pero ya no se que decía.
Puede ver una luz, y una figura de mujer caminar hacia mí. Era Sara...
Me cogió de la mano y sentí una calidez que nunca había sentido. Me sentía a salvo y por fin después de tantos años feliz.
-"Ahora ven conmigo mi amor, hemos de irnos"- Dijo Sara, con una voz muy dulce.
-¿Que será de María?- Dije preocupado.
-"Tranquilo estará bien, estaremos a su lado"- Dijo dulcemente.
Hace un año del fin de la infección y María aún recuerda como se reunió con su padre después de tantos años. Un día de
pérdidas, sus abuelos, Lucas, su padre...
Estaba frente a la tumba de sus padres, sentada como cada 18 de Julio. Cuando una suave brisa acariciaba su cara. Abriendo
lentamente sus ojos pudo observar la figura de sus padres sentados. Su madre la acariciaba y su padre cojía a Lucas por la
cabeza y le revoloteaba el pelo. Se miraron y sonrieron.
Todo había terminado...
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